viernes, 27 de mayo de 2011

NOTICIAS VIERNES 27 DE MAYO DEL 2011

"Nicolas Sarkozy, por fin actor protagonista"

'La conquista' describe el ascenso al poder del actual presidente francés

GREGORIO BELINCHÓN - Madrid


Nicolas quiere llegar lejos. Algunos le ven como aún como el pequeño Sarkozy, un tipo sin brillo con muchas ganas de triunfar. Pero otros observan en él al joven político que podrá sustituir a un mayor Jacques Chirac y a un demasiado finolis Dominique de Villepin. Ese lustro, el que va de 2002 a 2007, en el que Nicolas Sarkozy pasa de ministro a presidente de Francia, pero pierde a su esposa Cécile, su principal apoyo y consejera, son los años que se ven en La conquista, una película que armó un revuelo considerable en su estreno durante el certamen de Cannes. Tantos eran los miedos, que no hubo pase de prensa y se presentó en la sección Oficial, aunque fuera de concurso, el mismo día que se estrenaba comercialmente en las salas francesas (en su primer fin de semana se ha puesto cuarta por recaudación). En España se estrenará a finales de este año.
Xavier Durringer, su director, charló con EL PAÍS un día antes del lanzamiento. "Me gusta que no hayas visto la película. Así hablamos en general, y no de tal o cual secuencia". Eso incluye charlar de política. "Por supuesto". Pues entonces empecemos por la actualidad: ¿su opinión sobre el caso Strauss-Kahn? "Ahí prefiero no decir nada, porque está en plena investigación. Pero para el partido socialista es un desastre, mucha gente le esperaba con ansia. No sé más que tú del caso, y no puedo aportar mucho más salvo que me entristece la historia, por las esperanzas puestas en él y porque Sarkozy necesita alguien enfrente fuerte, que sea un poderoso rival con ambiciones como él. Además, todo esto va a enmierdar la política y hará crecer al partido de Marine Le Pen".

Fuente: ElPaís

"Un triángulo productor-director-guionista"

Un seminario reúne en Comillas a una veintena de nuevos realizadores para debatir las dificultades a las que se enfrentan

ROCIO GARCÍA - Comillas

El trabajo de productor de cine se ha vuelto más complejo, el del director más complicado. Todo aderezado por las nuevas tecnologías y también, cómo no, por la delicada situación que vive la industria audiovisual en Europa y, particularmente, en España. La financiación de las películas se encuentra sujeta a los condicionantes de la crisis económica y de ahí la preocupación de los nuevos realizadores para iniciar su carrera en estas adversas circunstancias. Una veintena de nuevos realizadores, con uno o máximo dos largometrajes dirigidos, están reunidos en Comillas, Cantabria, en un seminario organizado por el Instituto Buñuel de la Sociedad General de Autores, y auspiciado por Manuel Gutiérrez Aragón, en el que a lo largo de dos días debatirán y pondrán en común las dificultades y limitaciones a los que se enfrentan en una industria cuyo panorama no es muy alentador.
No pierden, sin embargo, la pasión ni las ganas. Nombres como Eduardo Chapero Jackson, que tras una carrera de éxitos en el cortometraje, estrenará su primer largometraje en noviembre, Verbo; Max Lemcke, el ganador de la última edición del Festival de Cine de Málaga con Cinco metros cuadrados, o Juana Macías (Planes para mañana), escucharon muy atentamente junto al resto de sus compañeros las intervenciones de los representantes de productores y televisiones.
Se acabaron los tiempos de la tiranía artística de los realizadores. Hay que pensar en la viabilidad internacional. La armadura del guion y de la historia tiene que ser más que potente. No se puede empezar un proyecto sin tener distribución. Cada película tiene sus propias reglas. Sin marketing no hay ninguna posibilidad de éxito. A grandes rasgos fue lo que vinieron a decir esta mañana los cuatro ponentes que han intervenido: los productores Gerardo Herrero y Juan Gordon, la directora del área de cine de Televisión Española, Eva Cebrián, y el consejero delegado de Telecinco, Paolo Vasile.
No hay fórmulas de éxito, eso está claro, pero en lo que más abundaron todos es la necesidad de fomentar el triángulo de productor-guionista y director. "El productor no es nuestro enemigo, no podemos pensar que nos va a traicionar nuestra historia, todo lo contrario, puede ser el frontón perfecto en el que medir nuestra historia", señaló Chapero Jackson, cuya película ha sido producida por Telecinco. Fue exactamente esto lo que destacó el productor y realizador Gerardo Herrero, para quien los tiempos de la tiranía del director se han acabado y empiezan claramente los de la colaboración entre todos los creadores e impulsores de un filme.

Fuente: ElPaís

REPORTAJE

"Lo que la vida esconde"

El actor Guillaume Canet defiende en 'Pequeñas mentiras sin importancia', su tercera película como director, la necesidad de disfrutar del día a día

ROCÍO GARCÍA | Madrid

En Francia, la expresión petits mouchoirs se utiliza para enfrentar a los niños con un juego, un engaño. Cuando uno no quiere ver una cosa pone encima un pequeño pañuelo y así cree que realmente no se ve y no existe. Pues esa sensación es la que ha vivido, ya de adulto, Guillaume Canet, de 37 años, hombre atractivo, actor de moda que no decía a nada que no -enlazando proyecto tras proyecto-, hasta que decidió levantar el pañuelito de su vida y dejar de esconder todas las cosas que escondía debajo de la alfombra y que ya no podía dejar de ignorar.Y esa confesión que hace el actor y director francés delante de un grupo de periodistas en París, con motivo de los encuentros de Unifrance, la ha trasladado, título incluido en Francia, a su tercer largometraje como realizador que se estrena hoy en España con el nombre de Pequeñas mentiras sin importancia.
Fue a raíz de la pérdida de un amigo muy querido, explica Canet, cuando empezó a escribir esta película, una historia coral que reúne a algunos de los mejores intérpretes del cine francés como Marion Cotillard (oscar por su papel en La vie en rose), Jean Dujardin (reciente premio en Cannes como mejor actor por El artista), además de Benoît Magimel, François Cluzet o Gilles Lelouche. Pequeñas mentiras sin importancia narra las vacaciones de verano de un grupo de amigos que no quiere romper la tradición de reunirse cada año, a pesar de que uno de ellos ha sufrido un accidente y se encuentra hospitalizado en París. Todo son mentirijillas y apariencias entre ellos hasta que estalla la verdad de sus relaciones y comportamientos. ¿Llevo la vida que quiero? ¿Estoy con los amigos que quiero estar? Estas son las preguntas que se hizo Guillaume Canet y que se respondió a sí mismo, en una especie de catarsis personal, a través de su tercer largometraje como director, que ha cosechado un tremendo éxito en Francia con más de cinco millones de espectadores.
"Es sin duda mi filme más personal. Estaba pasando momentos muy difíciles en mi vida, en los que me di cuenta de que no había tomado buenas decisiones ni elecciones. Me había desperdigado mucho en mi trabajo, lo hacía todo sin parar y me había perdido muchas cosas, incluso amigos. El mundo va tan rápido que uno no tiene tiempo realmente de vivir las cosas y digerirlas, todo tiene que ser inmediato, parece que no pudiéramos detenernos y así no podemos disfrutar de las pequeñas cosas que nos aporta la vida. Pensé que ese sentimiento lo podía compartir con el público, hablar de lo importante de la amistad y del amor, de decir a la gente que uno quiere que la quiere antes de que sea demasiado tarde". Se ha puesto algo sentimental Canet, pero lo hace con una sinceridad y una tranquilidad que apabulla, también con una bonita sonrisa en el rostro.
Y siguen las confesiones. Está convencido de que con este filme ha cerrado una herida íntima. "Al final de la película lloré. Y nunca había llorado antes porque crecí en una familia muy estricta en la que uno tenía que ser muy fuerte y no dejaban llorar. Pues ya sé llorar. Ahora sí puedo llorar".
Aunque no parece decidido Canet a dejar a un lado su carrera como actor y luchará por compatibilizarla con la de realizador, el cineasta tiene claro que la interpretación la tiene algo abandonada, porque ahora sí trata de elegir bien y, dice, no siempre es fácil. "Ahora no tengo que estar esperando a que suene el teléfono para hacer una película; ahora la puedo hacer yo mismo, escribirla, prepararla. Me encantaría seguir compatibilizando las dos cosas, aunque si tuviera que elegir sin dudarlo me inclinaría por la dirección". A toda esta reflexión se añade que el propio Canet no se siente completo como actor. Es más, no se considera un buen intérprete. "Sé lo que digo. Me parece que soy mejor director que actor. Cuando dirijo una película, y sé que solo llevo tres [las anteriores fueron el drama Mon idole y el soberbio thriller Ne le dis à personne], nada me puede parar, nada es más importante de lo que hago en ese momento". Quizás por eso va a seguir el consejo de su amigo Jean Rochefort: "Nunca te compres una parrilla para hacer el asado". "Si uno se compra la parrilla significa que tiene una casa de campo, y si tiene una casa de campo es que hay que pagar una hipoteca, y para pagar esa hipoteca tendrás que aceptar hacer cualquier película por dinero. Como director quiero estar seguro de que va a ser así siempre, de que solo voy a realizar una película cuando de verdad tenga algo que decir". Lo dice alguien que llegó a trabajar al lado de Leonardo DiCaprio en La playa.
Parece que decididamente algo ha cambiado a mejor en la vida de Canet. No solo su reciente paternidad con su pareja Marion Cotillard, sino también la realización de un sueño infantil: el de volar. Tan es así que en el maletero del coche lleva un ala delta y cuando se encuentra en dificultades se dirige al campo más cercano de París y vuela, vuela alto.

Fuente: ElPaís

REPORTAJE: EN PORTADA

"40 años dando mal rollo"

ROCÍO AYUSO (LOS ÁNGELES)


Tras su estreno en 1971, La naranja mecánica se alzó como un icono pop y político pocas veces equiparado después. La edición aniversario restaurada que se edita ahora prueba que su influjo está más vivo que nunca. Su protagonista, Malcolm McDowell, nos cuenta por qué.
Un rostro desafiante mirando a cámara, unas pestañas postizas acentuando un solo ojo y un bombín negro. Ese es Malcolm McDowell y lo será siempre. Porque da igual que este año se cumpla el 40º aniversario de su ópera magna, La naranja mecánica; solo el genio de Stanley Kubrick supo encontrar en este actor británico ahora arrugado, aunque igual de arrogante, el talento maligno que marcó a todas las generaciones por venir. Kylie Minogue copió su estilo (para su Fever Tour de 2002), como antes o después lo han hecho David Bowie, Led Zeppelin, Bart Simpson, Blur, Usher, Lady Gaga o Madonna, por citar unos pocos iconos de la cultura pop. Y a McDowell lo dejaron seco a juzgar por una carrera con más tumbos y malos de cliché que trabajos de alcurnia.
Pero ¿cómo superar el peso de una obra maestra tan influyente? Las generaciones venideras se apropiaron del look transgresor del filme, pero domesticaron su contenido. A la hora de la verdad, solo la bravuco-
nería de McDowell y el ojo de Kubrick fueron capaces de hacer de La naranja mecánica ese clásico que el propio director retiró de cartelera en Inglaterra, su país de residencia, por miedo a las represalias por su excesiva violencia. Su protagonista ahora disfruta de su merecida vuelta al ruedo con su nueva edición restaurada que fue estrenada en Cannes, y llega también en Blu-ray para que sigamos ante el televisor con los párpados despegados. Cuatro décadas más tarde, el círculo se ha cerrado.

Fuente: ElPaís

"Un documental reconstruye la vida de Ayrton Senna"


El cineasta británico Assif Kapadia disecciona la "complejidad" del tricampeón del Mundo de Fórmula 1, el piloto brasileño. Ayrton Senna, en un documental que se estrena hoy en los cines españoles.
Senna, que ganó el premio del público en la pasada edición del Festival de Sun-dance, se vio por primera vez en Europa en la Mostra de Valencia, donde Kapadia aseguró que Senna era una persona "tan apasionada y excitante" que le "inspiró mucho".
Senna se centra en la figura del piloto que ganó los campeonatos del Mundo de 1988, 1990 y 1991 y que fue subcampeón en 1989 y 1993. Ayrton Senna falleció en el circuito de Imola (Italia) en 1994. Kapadia aseguró en Valencia que la idea era hacer un documental que pudiera ver todo el mundo y que no sólo gustara a los aficionados a la Fórmula 1.

Fuente: Público y Youtube

"Drama cotidiano"

BELÉN TOLEDO

"PEQUEÑAS MENTIRAS..."




DIRECTOR: Guillaume Canet
GÉNERO: Drama
NACIONALIDAD: francia
REPARTO: François Cluzet, Marion Cotillard
DURACIÓN: 145 minutos
EN SÍNTESIS
Como todos los veranos, un grupo de amigos pasa las vacaciones juntos. Pero esta vez es diferente. Uno de ellos ha sufrido un accidente y está gravemente herido.
COMENTARIO
‘Pequeñas mentiras sin importancia' comienza con riesgo de bostezo, por lo convencional del planteamiento. Luego se estanca en contar las relaciones entre sus maduros protagonistas. Situaciones y diálogos que, de tan cercanos, pueden aburrir. Por ello, es todavía más sorprendente la habilidad con la que el director consigue finalmente profundizar en los roles: tras la aparente normalidad, se desvela la hondura de sus crisis y contradicciones.

Fuente: Público y Youtube

"El negocio del mito"

"NOWHERE BOY"



DIRECTOR: Sam Taylor-Wood
GÉNERO: Biopic
NACIONALIDAD: Reíno Unido
REPARTO: Aaron Johnson, Kristin Scott Thomas
DURACIÓN: 98 minutos
EN SÍNTESIS
Joven inglés de familia desestructurada busca convertirse en estrella del rock. Me llamo John Lennon.
COMENTARIO
Los tentáculos de la memorabilia son alargados. Cuando los Beatles parecen haber dado de sí todo lo posible en lo que respecta al negocio musical, llega el momento de la parte cinematográfica: ‘Nowhere Boy', la idealización de la juventud de John Lennon quien, como un mesías musical, nació (según la película de la prestigiosa artista Sam Taylor-Wood) para la gloria, la luz y la posterior crucifixión que le llevaría a los altares. En el fondo, no hay mucha diferencia entre el fenómeno fan y los integrismos religiosos, apenas una cuestión de cronología.

Fuente: Público y Youtube

"Una terapia sospechosa"

EULÁLIA IGLESIAS

"EL CASTOR"



DIRECTORA: Jodie foster
GÉNERO: Drama
NACIONALIDAD: EEUU
REPARTO: Mel Gibson, Jodie Foster
DURACIÓN: 91 minutos 
EN SÍNTESIS
Walter Black ha llegado a un punto sin retorno. Ni se entiende con su modélica familia ni consigue sacar adelante la empresa de juguetes que heredó de su padre. Así que decide acabar con su vida. Justo entonces tropieza con un títere de castor tirado en la basura. Con una mano siempre enfundada en el roedor de peluche, vuelve a recobrar el gusto por la vida. El animal es su alter ego triunfador.

COMENTARIO
Sobre el papel sonaba a bizarrada con posibilidades. Mel Gibson, estrella decadente de Hollywood donde las haya, autoparodiándose en un filme sobre un hombre que ha tocado fondo en su vida y consigue salir del pozo gracias a un muñeco. El protagonista de ‘Mad Max' venía de correr una maratón para acabar con su propia carrera. Hasta hace poco, Hollywood había pasado por alto las salidas de tono ultraconservadoras de Gibson. Pero en los últimos años, el director de ‘La pasión de Cristo' ha acumulado suficientes escándalos para llenar él solo un tercer volumen de ‘Hollywood Babilonia'. En 2006 se filtraron unos exabruptos antisemitas que profirió tras ser arrestado por conducir borracho. Se le sumaron unos insultos racistas y, sobre todo, las continuas agresiones a su, ahora, ex segunda esposa, lo que provocó que incluso su agente renunciara a representarle. Gibson se había cavado su propia tumba en la industria. Nadie se atrevía a darle trabajo. Hasta que aparece jodie foster dispuesta a darle una nueva oportunidad redentora.Una de las primeras secuencias del filme, cuando Gibson perpetra un tragicómico intento de suicidio, podría haber marcado el tono justo para el tercer largo de esta actriz metida a directora. La aparición del muñeco permite estirar las posibilidades delirantes del argumento: a partir de entonces, el protagonista sólo habla a través del castor, que no se quita de encima ni para acostarse con su mujer. Pero Foster aparca todo el potencial de humor absurdo, negro, esquizofrénico y esperpéntico que se le presentaba para optar por un melodrama familiar de lo más convencional. Así, en lugar de funcionar como espejo deformante de la cara más patética de Hollywood y, en general, de la cultura del triunfo norteamericana, 'El castor' se convierte en una terapia ñoña y autocomplaciente que además se erige en un enésimo canto a la unidad de la familia tradicional. La próxima vez, que les receten Prozac.

Fuente: Público y Youtube


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