En esta página podrás consultar cuáles han sido las mejores películas de lo que llevamos del siglo XXI, todo tipo de noticias relacionadas con el mundo del cine, los premios Goya, los Oscars... desde el año 2000 hasta la actualidad.
Además, podrás consultar cada semana los nuevos estrenos en cines, y la CARTELERA del momento, teniendo a tu disposición una breve introducción del tema tratado en las películas, o incluso sus trailers, cómo se rodo, y videos relacionados con ello.
Ya sabemos que cuando algo sale bien, en Hollywood gustan de repetir la fórmula. En lo que a películas de animación se refiere, no ha ido nada mal en los últimos años. En Pixar incluso hacen obras maestras de terceras partes (Toy Story...). Y en Dreamworks no les sale nada mal tampoco. Buen ejemplo de esto son las películas de Shrek o la que todavía está por venir de El gato con botas. Ahora probarán suerte con la segunda parte de Kung Fu Panda. En EE UU, tras su primer fin de semana, ya es uno de los mayores taquillazos de la temporada.
En esta ocasión el oso Po (Jack Black en el orginal, Florentino Fernández en la versión doblada) ya es conocido como El Guerrero Dragón en todo el valle. Junto a sus amigos de los Cinco Furiosos mantiene la paz, hasta que aparece un nuevo villano que pretende conquistar toda China con un arma letal que puede acabar con el kung fu... En Versión Muy Original adelantamos en primica una escena de la película:
Hablar hoy de cine significa inevitablemente intentar adivinar cómo lo veremos dentro de diez años. Aunque ninguna innovación tecnológica ha conseguido acabar con las ventanas tradicionales, la industria se enfrenta al momento crucial de afrontar la poderosísima demanda de los espectadores en internet.
Madrid - Laura Seoane
De izda. a dcha., Victoria Pons, Ana de las Heras, Enrique Muñoz, Laura Seoane, Enrique González Macho, Ainhoa Legarreta, Pedro Pérez, Enrique Costa, María Luque, Carmen L. Lobo y C. David Carrón
Las posibilidades y los desafíos de la oferta legal en la red y la «piratería» protagonizaron la tertulia de San Isidro organizada por LA RAZÓN sobre cine con varias de las personas que liderarán este cambio. «El cine español debe participar desde el principio en el nuevo modelo de distribución, no podemos esperar a que nos lo impongan desde fuera», dice Pedro Pérez, presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles (Fapae). Nadie discute ya la necesidad de desarrollar esta oferta, pero los interrogantes son muchos: «Tampoco en EE UU saben cómo va a funcionar el negocio en el futuro, las plataformas que están surgiendo son muy diferentes», dice Pérez. El presidente de la Academia de Cine, Enrique González Macho, se atreve a avanzar una fecha en la que el cambio de consumo será generalizado entre los consumidores: «En los grandes eventos deportivos es el momento en que la gente cambia mayoritariamente su modelo de televisor. En mi opinión, la oferta legal se extenderá con las TV con wifi, que se venderán en las próximas Olimpiadas de 2012, que ni siquiera habrá que conectar al ordenador», asegura.
Hollywood, en pantalla grande En todo caso, González Macho, quien, además de presidir la Academia de Cine, es uno de los distribuidores y exhibidores más importantes de nuestro país, defiende la existencia de las salas: «Si la gente quiere ver ciertas películas también es porque están en los cines. Y lo que resulta innegable es que, sea la ventana que sea, los contenidos hay que pagarlos», añadió. Los representantes en esta terturlia de las distribuidoras dedicadas mayoritariamente al cine de autor, Avalon y Vértice 360, defienden la convivencia de ambos modelos: «Creo en su complementariedad porque nuestros títulos en muchas ocasiones sólo llegan a Madrid y Barcelona. Allí donde no podemos estrenar, podemos llegar a través de una web. Si la película es francesa, por ejemplo, o la estrenas a la vez que allí, o la gente la va a ver “pirateada”», asegura Enrique Costa, de Avalon.
Con un número limitado de salas, estas distribuidoras tienen que luchar para intentar colocar sus títulos en competencia con las producciones de Holly-wood, en principio, con más posibilidades de llegar a las pantallas. «En algunos casos utilizamos la fórmula de contraprogramar con los estrenos comerciales: si alguien prefiere otro cine, aprovechamos para ofrecerles el de autor». Los representantes de las «major» Fox y Paramount tampoco son ajenos a este cambio: «A nosotros también nos afecta la “piratería”, pero tenemos la ventaja de que el tipo de cine que vendemos la gente prefiere verlo, en general, en pantalla grande», comenta Enrique Muñoz, de Paramount. El presidente de los productores reconoce, sin embargo, que «hay que hacer autocrítica. Aunque sea atroz, no ofrecer una oferta legal adecuada legitima a los “piratas”». El futuro de esta industria también va a estar influido por las decisiones de la Administración, sobre todo en lo que a subvenciones se refiere. En este sentido, González Macho no le teme al cambio de color en el Gobierno: «Yo soy más rojo que una amapola, pero la política cultural del Partido Popular siempre fue más generosa que el resto. Me reuní cuatro veces con Aznar durante su presidencia para hablar sobre este sector, algo que no he hecho ni con González ni con Rodríguez Zapatero», comenta.
Vender la marca España Muchos de los asistentes a la comida regresaron del Festival de Cannes, o «del mercado» como ellos lo llaman, hace escasos días. Las impresiones que recogieron allí son buenas: «En “Midnight in Paris”, Allen hace un clarísimo homenaje a España. Cuando se lo plantearon, él respondió con una pregunta: “¿Entiende la cultura del siglo XX sin España?” Pues eso. Ésta es la marca que hay que vender fuera», dice González Macho. Pedro Pérez coincide: «Este año en Cannes se ha producido el gran pacto de la industria entre Estados Unidos y Europa. Cada vez el cine es más global: antes, el 70 por ciento de la recaudación la hacías en el país productor. Ahora estas cifras las tienes que hacer fuera. La India y China se han abierto al mercado. No podemos descolgarnos del cine global».
Como si fuese Julio César dirigiéndose a Bruto, Lars von Trier envió hace un par de años una carta a Nicolas Winding Refn, de quien entonces se consideraba su mentor, en la que auguraba que algún día el pupilo le clavaría un cuchillo en la espalda.
Winding Refn, cuya arrogancia tiene poco que envidiar a la de Von Trier, citó la misiva tras ganar en Cannes el premio al mejor director por 'Drive': "Este año ocurrió algo radicalmente diferente porque ambos participábamos en la misma competición. Y en cierto modo estoy agradecido a Lars, porque al meter tanto la pata manifestando su simpatía por Hitler quizá haga realidad su profecía: que le apuñalaré por detrás y le arrebataré el trono".
El trono que pretende Winding Refn es el de mejor director del mundo, que es lo que Von Trier dice ser cada vez que está de 'subidón'. El aspirante, de momento, no lo rebate: "Es el único cineasta al que envidio". Que tres daneses, porque no hay que olvidar a Susanne Bier, Oscar a la mejor película extranjera por 'En un mundo mejor', se peleen por ocupar la cima del séptimo arte refrenda el estado de gracia que atraviesa actualmente el cine en Dinamarca.
Me dijo una vez Fellini que los actores que no son gays hacen mejor de mariquitas que los que lo son. Blaki está de acuerdo.
AMILIBIA
Recuerda que Mariano Ozores le llamó para un papel en «Matrimonios separados», y le dijo: «No sé si te gustará, tienes que hacer de modisto mariquita». Aceptó encantado. Y además lo hizo con mucha «pluma», tal como lo requería Ma- riano. Hoy sería políticamente incorrecto, reconoce Blaki. -Estaba entrenado: ya había hecho siete u ocho mariquitas en varias revistas. Luego, en el cine, hice unos veinte papeles de gay.
-¿Y eso? ¿Por qué cree que le ofrecían papeles de ese tipo? -Porque si haces bien un papel, después te llaman todos para que hagas lo mismo, hasta que se olvidan.
-Menos mal que a su novia no le entraron dudas... -No. Angelines y yo llevamos 45 años casados. Nos casamos enamorados y seguimos enamorados. Hombre, no hay tanta fogosidad como antes, pero ahí estamos. Y eso que aguantarme a mí es difícil, porque siempre he sido raro: soy un obseso del orden y de la limpieza. Fíjese: cuando estaba soltero despedí a más de un ligue por un pelo en el lavabo.
Fue el modisto mariposón de Concha Velasco en «Matrimonios separados», «y su novio, Antonio Ozores, me odiaba porque la manoseaba mucho en las pruebas». El filme llegó cuando las separaciones eran una novedad en el país: aún se llevaba el «ahí te quedas». No existía el divorcio. El 69, fecha del estreno, Blaki ya tenía piso y tenía dos hijos. -Trabajaba muy bien porque mi cara cayó bien.Guapos había muchos; feos, también; pero caras raras como la mía no había. No hacía grandes papeles, pero trabajaba sin parar, tanto que pude dar medio millón de pesetas por la entrada del piso.
-¿Corrió delante de los grises? -Jamás. No soy ni fui de izquierdas ni de derechas. Creo que me hizo descreído el caso de mi padre, que se escapó con nosotros en el 36 de San Sebastián (fuimos a Francia) para que no le fusilaran los de izquierdas, y cuando regresó, en el 41, lo fusilaron los de derechas. Era monárquico. Aún no sé por qué lo mataron.
-Ahí tiene una novela... -Me aburre escribir de mi vida. Prefiero inventar.
-Le llamaron el Marty Feldman español... -Lo conocí en un teatrillo de Londres en 1955. Le vi y me dije: «Pero si es clavado a mí...». Lo mismo pensó él cuando me presenté en el camerino. Nos hicimos amigos y la amistad perdura hasta hoy.
-Hizo circo... -En el 57, en uno alemán. Fui payaso. Ya lo había sido antes en San Sebastián: éramos Rex y Blaki.
-Hizo music-hall en París... -Era lo que llamaban un excéntrico musical. Tocaba el violín, el piano, la guitarra y el saxofón y contaba historias.
-Hizo radio con Bobby Deglané... -Sí, cuando volví a España. Contaba cosas (no chistes) y la gente se reía. Y cantaba en plan paródico.
Con el espectáculo que traía de París, trabajó en Pasapoga, Casablanca y otros cabarets de la época. Le digo que sólo le ha faltado ser chico de alterne y me cuenta que cuando hacía variedades por ciudades alemanas, a los cómicos les obligaban a alternar, o sea, que si algún cliente quería conocer al artista, éste debía sentarse en la mesa para animarles a consumir. Lo pasaba fatal, porque nunca ha bebido alcohol y pedía leche o té. Le hubiera gustado pintar. No tiene nostalgia de nada: «Lo recuerdo todo, pero no echo en falta nada». Ahora escribe una novela. Prácticamente se ha despedido de la profesión, «o, mejor dicho, me han despedido, porque sólo escriben guiones para gente joven y si excepcionalmente me llaman para algo, quieren pagarme cuatro perras; prefiero no trabajar; aún queda cierto orgullo». Y añade:«No estoy triste. Me he ido poco a poco. Cada tiempo tiene su afán. Ahora me toca hacer lo que me da la gana. Escribo, me gusta guisar, hacer la compra, leer, ver buenas películas. En diciembre cumpliré 81 años y estoy bien de salud. ¿Qué más le puedo pedir a la vida?
No fuma, no bebe y sólo ha dejado el tocino del cocido. Cree que es feliz porque nunca he perdido el sentido del humor.
Vestido de sacerdote Dirigida por Mariano Ozores en 1969, la película arranca cuando el comisionado cita en su despacho a cuatro matrimonios que se casaron el mismo día y les presenta, para que lo identifiquen, a un delincuente que realiza fechorías disfrazado de sacerdote. Y que, sin capacidad legal para ello, celebró sus bodas, que al no ser válidas, plantean un peculiar conflicto a las sorprendidas víctimas. Antonio Ozores, Concha Velasco, Dianik Zurakowska, Gracita Morales, José Sacristán y Teresa Gimpera completan el reparto de esta divertida comedia.
'La conquista' describe el ascenso al poder del actual presidente francés
GREGORIO BELINCHÓN- Madrid
Nicolas quiere llegar lejos. Algunos le ven como aún como el pequeño Sarkozy, un tipo sin brillo con muchas ganas de triunfar. Pero otros observan en él al joven político que podrá sustituir a un mayor Jacques Chirac y a un demasiado finolis Dominique de Villepin. Ese lustro, el que va de 2002 a 2007, en el que Nicolas Sarkozy pasa de ministro a presidente de Francia, pero pierde a su esposa Cécile, su principal apoyo y consejera, son los años que se ven en La conquista, una película que armó un revuelo considerable en su estreno durante el certamen de Cannes. Tantos eran los miedos, que no hubo pase de prensa y se presentó en la sección Oficial, aunque fuera de concurso, el mismo día que se estrenaba comercialmente en las salas francesas (en su primer fin de semana se ha puesto cuarta por recaudación). En España se estrenará a finales de este año.
Xavier Durringer, su director, charló con EL PAÍS un día antes del lanzamiento. "Me gusta que no hayas visto la película. Así hablamos en general, y no de tal o cual secuencia". Eso incluye charlar de política. "Por supuesto". Pues entonces empecemos por la actualidad: ¿su opinión sobre el caso Strauss-Kahn? "Ahí prefiero no decir nada, porque está en plena investigación. Pero para el partido socialista es un desastre, mucha gente le esperaba con ansia. No sé más que tú del caso, y no puedo aportar mucho más salvo que me entristece la historia, por las esperanzas puestas en él y porque Sarkozy necesita alguien enfrente fuerte, que sea un poderoso rival con ambiciones como él. Además, todo esto va a enmierdar la política y hará crecer al partido de Marine Le Pen".
Un seminario reúne en Comillas a una veintena de nuevos realizadores para debatir las dificultades a las que se enfrentan
ROCIO GARCÍA- Comillas
El trabajo de productor de cine se ha vuelto más complejo, el del director más complicado. Todo aderezado por las nuevas tecnologías y también, cómo no, por la delicada situación que vive la industria audiovisual en Europa y, particularmente, en España. La financiación de las películas se encuentra sujeta a los condicionantes de la crisis económica y de ahí la preocupación de los nuevos realizadores para iniciar su carrera en estas adversas circunstancias. Una veintena de nuevos realizadores, con uno o máximo dos largometrajes dirigidos, están reunidos en Comillas, Cantabria, en un seminario organizado por el Instituto Buñuel de la Sociedad General de Autores, y auspiciado por Manuel Gutiérrez Aragón, en el que a lo largo de dos días debatirán y pondrán en común las dificultades y limitaciones a los que se enfrentan en una industria cuyo panorama no es muy alentador.
No pierden, sin embargo, la pasión ni las ganas. Nombres como Eduardo Chapero Jackson, que tras una carrera de éxitos en el cortometraje, estrenará su primer largometraje en noviembre, Verbo; Max Lemcke, el ganador de la última edición del Festival de Cine de Málaga con Cinco metros cuadrados, o Juana Macías (Planes para mañana), escucharon muy atentamente junto al resto de sus compañeros las intervenciones de los representantes de productores y televisiones.
Se acabaron los tiempos de la tiranía artística de los realizadores. Hay que pensar en la viabilidad internacional. La armadura del guion y de la historia tiene que ser más que potente. No se puede empezar un proyecto sin tener distribución. Cada película tiene sus propias reglas. Sin marketing no hay ninguna posibilidad de éxito. A grandes rasgos fue lo que vinieron a decir esta mañana los cuatro ponentes que han intervenido: los productores Gerardo Herrero y Juan Gordon, la directora del área de cine de Televisión Española, Eva Cebrián, y el consejero delegado de Telecinco, Paolo Vasile.
No hay fórmulas de éxito, eso está claro, pero en lo que más abundaron todos es la necesidad de fomentar el triángulo de productor-guionista y director. "El productor no es nuestro enemigo, no podemos pensar que nos va a traicionar nuestra historia, todo lo contrario, puede ser el frontón perfecto en el que medir nuestra historia", señaló Chapero Jackson, cuya película ha sido producida por Telecinco. Fue exactamente esto lo que destacó el productor y realizador Gerardo Herrero, para quien los tiempos de la tiranía del director se han acabado y empiezan claramente los de la colaboración entre todos los creadores e impulsores de un filme.
El actor Guillaume Canet defiende en 'Pequeñas mentiras sin importancia', su tercera película como director, la necesidad de disfrutar del día a día
ROCÍO GARCÍA | Madrid
En Francia, la expresión petits mouchoirs se utiliza para enfrentar a los niños con un juego, un engaño. Cuando uno no quiere ver una cosa pone encima un pequeño pañuelo y así cree que realmente no se ve y no existe. Pues esa sensación es la que ha vivido, ya de adulto, Guillaume Canet, de 37 años, hombre atractivo, actor de moda que no decía a nada que no -enlazando proyecto tras proyecto-, hasta que decidió levantar el pañuelito de su vida y dejar de esconder todas las cosas que escondía debajo de la alfombra y que ya no podía dejar de ignorar.Y esa confesión que hace el actor y director francés delante de un grupo de periodistas en París, con motivo de los encuentros de Unifrance, la ha trasladado, título incluido en Francia, a su tercer largometraje como realizador que se estrena hoy en España con el nombre de Pequeñas mentiras sin importancia.
Fue a raíz de la pérdida de un amigo muy querido, explica Canet, cuando empezó a escribir esta película, una historia coral que reúne a algunos de los mejores intérpretes del cine francés como Marion Cotillard (oscar por su papel en La vie en rose), Jean Dujardin (reciente premio en Cannes como mejor actor por El artista), además de Benoît Magimel, François Cluzet o Gilles Lelouche. Pequeñas mentiras sin importancia narra las vacaciones de verano de un grupo de amigos que no quiere romper la tradición de reunirse cada año, a pesar de que uno de ellos ha sufrido un accidente y se encuentra hospitalizado en París. Todo son mentirijillas y apariencias entre ellos hasta que estalla la verdad de sus relaciones y comportamientos. ¿Llevo la vida que quiero? ¿Estoy con los amigos que quiero estar? Estas son las preguntas que se hizo Guillaume Canet y que se respondió a sí mismo, en una especie de catarsis personal, a través de su tercer largometraje como director, que ha cosechado un tremendo éxito en Francia con más de cinco millones de espectadores.
"Es sin duda mi filme más personal. Estaba pasando momentos muy difíciles en mi vida, en los que me di cuenta de que no había tomado buenas decisiones ni elecciones. Me había desperdigado mucho en mi trabajo, lo hacía todo sin parar y me había perdido muchas cosas, incluso amigos. El mundo va tan rápido que uno no tiene tiempo realmente de vivir las cosas y digerirlas, todo tiene que ser inmediato, parece que no pudiéramos detenernos y así no podemos disfrutar de las pequeñas cosas que nos aporta la vida. Pensé que ese sentimiento lo podía compartir con el público, hablar de lo importante de la amistad y del amor, de decir a la gente que uno quiere que la quiere antes de que sea demasiado tarde". Se ha puesto algo sentimental Canet, pero lo hace con una sinceridad y una tranquilidad que apabulla, también con una bonita sonrisa en el rostro.
Y siguen las confesiones. Está convencido de que con este filme ha cerrado una herida íntima. "Al final de la película lloré. Y nunca había llorado antes porque crecí en una familia muy estricta en la que uno tenía que ser muy fuerte y no dejaban llorar. Pues ya sé llorar. Ahora sí puedo llorar".
Aunque no parece decidido Canet a dejar a un lado su carrera como actor y luchará por compatibilizarla con la de realizador, el cineasta tiene claro que la interpretación la tiene algo abandonada, porque ahora sí trata de elegir bien y, dice, no siempre es fácil. "Ahora no tengo que estar esperando a que suene el teléfono para hacer una película; ahora la puedo hacer yo mismo, escribirla, prepararla. Me encantaría seguir compatibilizando las dos cosas, aunque si tuviera que elegir sin dudarlo me inclinaría por la dirección". A toda esta reflexión se añade que el propio Canet no se siente completo como actor. Es más, no se considera un buen intérprete. "Sé lo que digo. Me parece que soy mejor director que actor. Cuando dirijo una película, y sé que solo llevo tres [las anteriores fueron el drama Mon idole y el soberbio thriller Ne le dis à personne], nada me puede parar, nada es más importante de lo que hago en ese momento". Quizás por eso va a seguir el consejo de su amigo Jean Rochefort: "Nunca te compres una parrilla para hacer el asado". "Si uno se compra la parrilla significa que tiene una casa de campo, y si tiene una casa de campo es que hay que pagar una hipoteca, y para pagar esa hipoteca tendrás que aceptar hacer cualquier película por dinero. Como director quiero estar seguro de que va a ser así siempre, de que solo voy a realizar una película cuando de verdad tenga algo que decir". Lo dice alguien que llegó a trabajar al lado de Leonardo DiCaprio en La playa.
Parece que decididamente algo ha cambiado a mejor en la vida de Canet. No solo su reciente paternidad con su pareja Marion Cotillard, sino también la realización de un sueño infantil: el de volar. Tan es así que en el maletero del coche lleva un ala delta y cuando se encuentra en dificultades se dirige al campo más cercano de París y vuela, vuela alto.
Tras su estreno en 1971, La naranja mecánica se alzó como un icono pop y político pocas veces equiparado después. La edición aniversario restaurada que se edita ahora prueba que su influjo está más vivo que nunca. Su protagonista, Malcolm McDowell, nos cuenta por qué.
Un rostro desafiante mirando a cámara, unas pestañas postizas acentuando un solo ojo y un bombín negro. Ese es Malcolm McDowell y lo será siempre. Porque da igual que este año se cumpla el 40º aniversario de su ópera magna, La naranja mecánica; solo el genio de Stanley Kubrick supo encontrar en este actor británico ahora arrugado, aunque igual de arrogante, el talento maligno que marcó a todas las generaciones por venir. Kylie Minogue copió su estilo (para su Fever Tour de 2002), como antes o después lo han hecho David Bowie, Led Zeppelin, Bart Simpson, Blur, Usher, Lady Gaga o Madonna, por citar unos pocos iconos de la cultura pop. Y a McDowell lo dejaron seco a juzgar por una carrera con más tumbos y malos de cliché que trabajos de alcurnia.
Pero ¿cómo superar el peso de una obra maestra tan influyente? Las generaciones venideras se apropiaron del look transgresor del filme, pero domesticaron su contenido. A la hora de la verdad, solo la bravuco-
nería de McDowell y el ojo de Kubrick fueron capaces de hacer de La naranja mecánica ese clásico que el propio director retiró de cartelera en Inglaterra, su país de residencia, por miedo a las represalias por su excesiva violencia. Su protagonista ahora disfruta de su merecida vuelta al ruedo con su nueva edición restaurada que fue estrenada en Cannes, y llega también en Blu-raypara que sigamos ante el televisor con los párpados despegados. Cuatro décadas más tarde, el círculo se ha cerrado.
"Un documental reconstruye la vida de Ayrton Senna"
El cineasta británico Assif Kapadia disecciona la "complejidad" del tricampeón del Mundo de Fórmula 1, el piloto brasileño. Ayrton Senna, en un documental que se estrena hoy en los cines españoles.
Senna, que ganó el premio del público en la pasada edición del Festival de Sun-dance, se vio por primera vez en Europa en la Mostra de Valencia, donde Kapadia aseguró que Senna era una persona "tan apasionada y excitante" que le "inspiró mucho".
Senna se centra en la figura del piloto que ganó los campeonatos del Mundo de 1988, 1990 y 1991 y que fue subcampeón en 1989 y 1993. Ayrton Senna falleció en el circuito de Imola (Italia) en 1994. Kapadia aseguró en Valencia que la idea era hacer un documental que pudiera ver todo el mundo y que no sólo gustara a los aficionados a la Fórmula 1.
Como todos los veranos, un grupo de amigos pasa las vacaciones juntos. Pero esta vez es diferente. Uno de ellos ha sufrido un accidente y está gravemente herido.
COMENTARIO
‘Pequeñas mentiras sin importancia' comienza con riesgo de bostezo, por lo convencional del planteamiento. Luego se estanca en contar las relaciones entre sus maduros protagonistas. Situaciones y diálogos que, de tan cercanos, pueden aburrir. Por ello, es todavía más sorprendente la habilidad con la que el director consigue finalmente profundizar en los roles: tras la aparente normalidad, se desvela la hondura de sus crisis y contradicciones.
Joven inglés de familia desestructurada busca convertirse en estrella del rock. Me llamo John Lennon.
COMENTARIO
Los tentáculos de la memorabilia son alargados. Cuando los Beatles parecen haber dado de sí todo lo posible en lo que respecta al negocio musical, llega el momento de la parte cinematográfica: ‘Nowhere Boy', la idealización de la juventud de John Lennon quien, como un mesías musical, nació (según la película de la prestigiosa artista Sam Taylor-Wood) para la gloria, la luz y la posterior crucifixión que le llevaría a los altares. En el fondo, no hay mucha diferencia entre el fenómeno fan y los integrismos religiosos, apenas una cuestión de cronología.
Walter Black ha llegado a un punto sin retorno. Ni se entiende con su modélica familia ni consigue sacar adelante la empresa de juguetes que heredó de su padre. Así que decide acabar con su vida. Justo entonces tropieza con un títere de castor tirado en la basura. Con una mano siempre enfundada en el roedor de peluche, vuelve a recobrar el gusto por la vida. El animal es su alter ego triunfador.
COMENTARIO
Sobre el papel sonaba a bizarrada con posibilidades. Mel Gibson, estrella decadente de Hollywood donde las haya, autoparodiándose en un filme sobre un hombre que ha tocado fondo en su vida y consigue salir del pozo gracias a un muñeco. El protagonista de ‘Mad Max' venía de correr una maratón para acabar con su propia carrera. Hasta hace poco, Hollywood había pasado por alto las salidas de tono ultraconservadoras de Gibson. Pero en los últimos años, el director de ‘La pasión de Cristo' ha acumulado suficientes escándalos para llenar él solo un tercer volumen de ‘Hollywood Babilonia'. En 2006 se filtraron unos exabruptos antisemitas que profirió tras ser arrestado por conducir borracho. Se le sumaron unos insultos racistas y, sobre todo, las continuas agresiones a su, ahora, ex segunda esposa, lo que provocó que incluso su agente renunciara a representarle. Gibson se había cavado su propia tumba en la industria. Nadie se atrevía a darle trabajo. Hasta que aparece jodie foster dispuesta a darle una nueva oportunidad redentora.Una de las primeras secuencias del filme, cuando Gibson perpetra un tragicómico intento de suicidio, podría haber marcado el tono justo para el tercer largo de esta actriz metida a directora. La aparición del muñeco permite estirar las posibilidades delirantes del argumento: a partir de entonces, el protagonista sólo habla a través del castor, que no se quita de encima ni para acostarse con su mujer. Pero Foster aparca todo el potencial de humor absurdo, negro, esquizofrénico y esperpéntico que se le presentaba para optar por un melodrama familiar de lo más convencional. Así, en lugar de funcionar como espejo deformante de la cara más patética de Hollywood y, en general, de la cultura del triunfo norteamericana, 'El castor' se convierte en una terapia ñoña y autocomplaciente que además se erige en un enésimo canto a la unidad de la familia tradicional. La próxima vez, que les receten Prozac.
Del milagro colectivo que transfiguró Midan Tahrir a la ceremonia de un rodaje. El cineasta egipcio Hesham Issawi recorre ambas estaciones mientras condensa una insólita revolución en 'Viernes negro', un largometraje sobre los días vividos sin miedo a los golpes de la policía o a los guijarros de los últimos nostálgicos del dictador.
"El viernes 28 de enero, caminé desde Maadi (un barrio residencial de El Cairo) hasta Tahrir. Fue un recorrido largo. Empezamos a las 10.00 horas y acabamos en Tahrir a las 19.00. En el camino, nos arrojaron gases lacrimógenos, piedras y la policía nos persiguió. Fue emocionante ver la determinación que había de alcanzar la plaza", recuerda Issawi en una entrevista con EL MUNDO.es.
Residente desde 1990 en Estados Unidos, Issawi se curtió en el séptimo arte en Chicago y Los Ángeles a base de documentales y cortometrajes. En 2007, dirigió 'AmericanEast', una 'opera prima' que cuestiona el 'sueño americano' de unos inmigrantes egipcios. El pasado año filmó 'Cairo Exit', el atrevido relato de amor entre un musulmán y una cristiana copta en la ciudad de los mil minaretes.
Más de dos décadas después de abandonar la megalópolis egipcia, Issawi se reencontró con su patria en Tahrir. "Por primera vez sentí que este es mi país y que somos dueños de esta tierra. Transité lugares en los que jamás había estado y sentí que teníamos derecho a protestar. ¿Qué hay de malo en eso?".
Su nuevo proyecto reconstruye esa experiencia personal "extraña y surrealista de estar en la calle con miles de egipcios que se sentían protegidos por la multitud". Y retrata, según el director, "la valentía de las personas que dieron su vida por la libertad". "Todo sucedió sin planificación y en unos pocos días", agrega fascinado aún por el poder que precipitó la caída de la dictadura.
"El Hobbit continúa con su gafe: una explosión deja dos heridos"
La ya célebre maldición que pesa sobre la película de El Hobbit sigue haciendo de las suyas. Una pequeña explosión en uno de los estudios en los que se filma la precuela de El Señor de los Anillos ha herido a dos miembros del equipo, que tuvieron que ser hospitalizados.
Wellington - Ep
Según informa el diario australiano The Sidney Morning Herald, la explosión se produjo en los Stone Street Studios pocos minutos antes de las once y media de la mañana (hora local) del martes 24 de mayo. Según explicó la portavoz de la película, Ceris Price, los dos trabajadores estaban tallando una estatua y fue entonces cuando se produjo la explosión.
Los dos heridos sufrieron leves y se les llevó al hospital por pura precaución. La portavoz también señaló que el incidente "se ha exagerado un poco" por parte de la prensa local, como demuestra el hecho de que la explosión no originara un incendio ni se produjeran mayores daños ni personales ni materiales.
Aunque pequeño, este es el enésimo imprevisto al que se enfrenta la adaptación cinematográfica de la obra de J.R.R. Tolkien. Y teniendo en cuenta sus antecedentes es normal que se le dé notoriedad.
El gafe preside el proyecto desde que hace ya más de un lustro se viene hablando de la adaptación de El Hobbit. Primero fueron unas disputas legales entre Peter Jackson y New Line Cinema las que dejaron el proyecto en punto muerto hasta que a finales de 2007 se anunció el fin de la guerra por los ganancias de la Trilogía del Anillo.
Se ponía en marcha el proyecto con Peter Jackson de nuevo a bordo, aunque en este caso no como director sino como guionista y productor ejecutivo. Tras varios semanas de rumores en enero de 2008 se confirmó a Guillermo del Toro como director y se anunció el calendario: en 2009 se comenzará a rodar y en navidades de 2010 se estrenaría la primera de las dos películas de El Hobbit.
"'Poco inteligentes, ambiguos e innecesariamente hirientes'"
Efe | Madrid
El director de cine danés Lars von Trier, considerado 'persona non grata' por el Festival de Cannes tras sus declaraciones de "compresión" hacia Hitler, ha defendido el certamen francés de las acusaciones de censura vertidas por el viceministro de Cultura de Irán, Javad Shamaqdari.
"En mi opinión, la libertad de expresión forma parte, en cualquiera de sus formas, de los derechos humanos básicos. Sin embargo, mis comentarios durante la conferencia de prensa fueron poco inteligentes, ambiguos e innecesariamente hirientes", escribe el director de 'Dogville' en un comunicado.
La respuesta surge después de las críticas de Irán al veto de Cannes a von Trier considerándolo un "comportamiento de tintes fascistas" (en un comunicado emitido ayer) por parte de un certamen que se ha erigido en su última edición en contra de la censura del gobierno de Mahmud Ahmadineyad, que acaba de condenar a seis años de cárcel al cineasta Jafar Panahi.
Von Trier aprovecha, asimismo, este comunicado para matizar sus polémicas afirmaciones. "Lo que yo quería decir era que el potencial de la extrema crueldad, o de lo contrario, reside dentro de cada ser humano, sea cual sea su nacionalidad, su raza, rango o religión", afirma.
"Si sólo explicamos los desastres basándonos en la cruedad de los individuos, destruimos la posibilidad de entendimiento de los mecanismos humanos, pieza necesaria para evitar futuros crímenes contra la humanidad", concluye.
El Festival de Cannes, al declarar a von Trier 'persona non grata', le prohibió acudir a la ceremonia de entrega de galardones, en la que su película 'Melancolía' se llevó el premio a la mejor actriz a Kirsten Dunst, que se lo dedicó al cineasta danés.
Makhmalbaf visita España para hablar del caso Panahi y el cambio en Irán, y compara Sol con las revueltas árabes
CARLOS PRIETOMADRID
Mohsen Makhmalbaf (Teherán, 1957), leyenda viva de la cultura crítica iraní, tenía muy claro lo que iba a hacer cuando pisara Madrid: ir a la Puerta del Sol. Y no precisamente a sacarse una foto delante del Oso y el Madroño... El cineasta, que hoy dará una conferencia en La Casa Encendida de Madrid sobre Cine y cambio social en Irán (repetirá el jueves en el Espacio para la Cultura Caja Madrid de Barcelona), se presentó ayer por la tarde en el campamento del 15-M en Sol para conocer de cerca un movimiento "del que están pendientes miles de ojos en todo el mundo" y proponer que se proyectara en la plaza el filme rodado por su hija sobre la Revolución Verde iraní: Green Days (Hana Makhmalbaf, 2009).
Porque Mohsen Makhmalbaf, director de películas como Kandahar (2001) y activista infatigable, primero contra el sha de Persia y ahora contra el régimen de Ahmadineyad, cree firmemente que el 15-M es "un reflejo de las revueltas en los países árabes" que ha sacudido el mundo en los últimos meses. "Aquí no se asesina a los manifestantes porque, obviamente, la democracia española está en un nivel superior. Pero lo que piden los manifestantes es una democracia de mayor calidad. Ya no es suficiente con decir que Franco se murió, llegaron los partidos políticos y todo funcionó bien. Los jóvenes españoles aspiran a algo mucho más atrevido que el bipartidismo del ahora me toca gobernar a mí y ahora te toca gobernar a ti. La democracia no es un modelo cerrado, sino un camino. Los españoles quieren extender ese camino. El mundo está pendiente de vuestros pasos y espera mucho de vosotros", clama.
Tan genial como taimado y tan concienzudo como huidizo, el autor de 'El árbol de la vida', distinguida como la mejor película del Festival de Cannes, corona así una carrera jalonada por tan solo cinco filmes... en 40 años
En algún lugar del mundo, incluso puede que en el mismo Cannes, un señor de 68 años gordito, calvo pero con melena cana posterior y barba ha celebrado una Palma de Oro. Es probable que a su lado estuviese su esposa. Pero poco más se sabe del presente de ese cineasta, de nombre Terrence Malick, y que parece acercarse poco a poco a lo que sus compatriotas escritores nunca han logrado: la gran novela americana, que en su caso será película, esa obra monumental que resuma en su interior el alma estadounidense, la esencia de una nación-continente.
No se sabe exactamente dónde nació -¿Ottawa en Illinois? ¿Waco en Tejas?- pero sí el día, 23 de noviembre de 1943. Descendiente de libaneses, su familia no paró de viajar de un lado a otro siguiendo a su progenitor, hasta que se graduó en Austin (Texas), ciudad donde, se supone, aún vive. Ese ambiente religioso, que absorbió en su educación episcopaliana, colorea la parte central de El árbol de la vida. A Malick los estudios se le daban bien y en Harvard se graduó cum laude en Filosofía en 1965, educación que completó en Oxford, donde no acabó su tesis doctoral -el concepto del mundo en Kierkegaard, Heidegger y Wittgenstein, ahí es nada- por desacuerdos con su tutor. Durante un tiempo se ganó la vida como periodista, escribiendo en Newsweek, The New Yorkero Life. Mientras, empezaba a madurar su salto al cine. Una disciplina en la que ha acabado brillando como el marciano genial que es, al vertiginoso ritmo de cinco películas en cuatro décadas.
Ha cogido sus maletas y ha cambiado el lujo de Hollywood por la vulgaridad de barrio. Ya no se codeará con estrellas rebosantes de encanto, sino con juanis espontáneas de periferia. El cineasta Michael Gondry va a recrear su particular Hollywood en la barriada de Aubervilliers, en las afueras de París. En este espacio atípico, el director instalará una escuela de cine para principiantes.
Con este proyecto, el realizador francés, autor de filmes como 'Olvídate de mí' o 'La ciencia del sueño', se apunta a la docencia. "Cuando la gente me ve viniendo de Hollywood para instalarme en Aubervilliers piensa que estoy loco", señaló el director durante la presentación de la iniciativa en el festival de cine de Cannes.
Situado en las afueras de la capital francesa, el barrio de Aubervilliers no goza precisamente de buena fama, ya que en su suelo se produjeron algunos de los enfrentamientos entre la policía y la población musulmana de 2005. "Con la instalación de esta factoría queremos dar un medio de expresión y de educación a los jóvenes de estos barrios marginales, para que tengan un espacio de trabajo en el que moverse con libertad", ha explicado el director.
Esta "fábrica del cine", como la han bautizado, se situará en las antiguas instalaciones de una antigua manufactura de cerillas, abandonada hace dos meses. "Cuando creé el logo de la escuela de cine para amateurs, soñaba con una verdadera fábrica, con una chimenea y todo. Y es increíble, porque la he encontrado en Aubervilliers", ha declarado el director.
Es cuestión de biología. O de mecanismo adaptativo, lo grande sólo puede juntarse con lo grande. Imaginemos un dinosaurio. ¿Con quién se puede ir de copas? Por necesidad con alguien de su tamaño. ¿Y una hormiga? Exceptuado el extraño caso de la hormiga que dio a luz un oso hormiguero, todo en la naturaleza sigue su curso.
'El árbol de la vida', de Terrence Malick, es una película grande. Probablemente, el mayor de los empeños, con permiso de '2001 una odisea del espacio', al que se ha enfrentado un simple y mortal cineasta: la historia entera de la vida. Desde la célula al dinosaurio de antes (que sale en la película) pasando por una familia de Texas cuyo padre es Brad Pitt. Así de grande.
Como quiera que las cosas grandes acaban con las cosas grandes, estaba claro que sólo el festival de Cannes podía hacerse cargo de algo tan desproporcionado. Sólo lo gigante cabe en el cuerpo de un gigante. Dicho y hecho, le tocó la Palma de Oro. ¿Hay algo más inmenso que ese premio? Hasta Almodóvar lo tiene claro.
El jurado presidido por Robert De Niro no hizo otra cosa que rendirse a la evidencia y conceder el mayor de los premios a lo MAYOR, así en mayúsculas. De poco le importó que la película resulte por momentos tan imprecisa y elíptica como cargante. Fallida, quizá. O que el delirio 'new age' sea a la vez delirante y tontorrón.
También es cierto (y lo es de forma incuestionable) que todo el metraje que discurre encerrado en la vida de la familia resulta tan convincente, iluminado y preciso que no queda otra que rendirse y, ya que estamos, reconocer el genio de uno de los tipos más peculiares que ha dado el cine. Pocas veces la infancia ha sido retratada de manera tan certera.
Pero la película es todo con la misma convicción que se queda en nada. Tan infectada de sí misma que es capaz de abrumar, enamorar y marear con idéntica fuerza. Recuérdese, se trata de un proyecto en el que el director empezó a pensar hace 40 años y que ha pasado por cinco montadores enfrentados a kilómetros y kilómetros de celuloide. Más grande que esto, la derrota del PSOE y poco más.
'El árbol de la vida', quinto filme del huidizo cineasta, logra la Palma de Oro - La película de Pedro Almodóvar recibe dos premios de consolación
GREGORIO BELINCHÓN (ENVIADO ESPECIAL)- Cannes
Terrence Malick, el cineasta misterioso, el hombre que aparece aún menos en público que el otro gran creador fílmico invisible, el ya fallecido Stanley Kubrick, el director que solo ha hecho cinco películas en casi cuarenta años de carrera -y ahora ha finalizado el rodaje de la sexta- ha estado en Cannes. De presencia y de obra. De obra, porque su El árbol de la vida, la película evento que todos los cinéfilos llevan esperando desde hace un lustro y que incluso se anunció como posible concursante en Cannes del año pasado, ganó anoche la Palma de Oro después de, por fin, proyectarse en público hace seis días. De presencia, porque Malick (Ottawa, Illinois, 1943) pisó la Croisette, pero controló que nadie le hiciese fotografías en el Palais y solo quedara el rastro de una sombra, una estela de humo, de su magnética presencia.
Quienes han trabajado con él, gente como Javier Bardem, Brad Pitt o los productores de su El árbol de la vida, Bill Pohland y Dede Gardner, hablan de un tipo normal. El español, un sacerdote en el último filme de Malick, una comedia romántica aún sin título, le define como "un hombre normal, incluso bastante divertido". Pitt recordaba en la rueda de prensa el pasado lunes: "Terrence capta lo que pasa cada día, filmando con luz natural. Está siempre a la caza de los felices accidentes que puedan ocurrir, como que una mariposa revolotee entre las manos de una compañera de reparto". Y que su manera de trabajar le hacía dudar si repetiría con alguien así. "Eso sí, he aprendido que debes vivir el momento en el rodaje, que no puedes planificar el futuro de forma muy concreta, siempre que estés en buenas manos". Así ve también la vida Malick.
Todas esas dudas volaron por el aire ayer con la Palma de Oro otorgada por un jurado presidido por Robert de Niro, que no pudo verbalizar nada más para justificar su decisión que "la película es tremenda". Malick ya ganó en 1979 el premio a la mejor dirección en el certamen francés con su segundo largometraje, Días del cielo. Ahora ha vuelto a Cannes con las miserias y alegrías de una familia en un pequeño pueblo de Texas hace cuatro décadas que mezcla con el nacimiento del universo y la vida, una avasalladora disertación visual sobre el alma humana que no dejó indiferente a nadie. Los productores aseguraron ayer que Malick estaba "emocionado". "Es muy tímido, no quiere perder su privacidad, y pide que se entienda su timidez. No es fácil para él enfrentarse al público".
El Gran Premio del Jurado se repartió ex aequo entre los hombres récords de Cannes. Por un lado, el turco Nuri Bilge Ceylan con Érase una vez en Anatolia (tenía ya otro Gran Premio del Jurado, un galardón de la Crítica y otro al mejor director). Por otro, los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne con El niño con bicicleta (dos palmas de oro, un premio ecuménico y otro al mejor guión). Dos propuestas muy opuestas, que recibieron esta distinción, según el jurado, porque "lo merecían". Ceylan la recibió con su habitual media sonrisa -"no me esperaba tanto honor"- y los Dardenne se definieron como "felices ya solo por estar aquí".
Hubo un nombre danés en la gala, pero no el esperado, el del castigado Lars von Trier, sino el de Nicolas Winding Refn, que se llevó el galardón a mejor dirección con Drive, una de las propuestas más diferentes del concurso con su seco y contundente thriller protagonizado por un tipo silencioso, un conductor que trabaja de día como especialista en el cine y de noche como chofer de bandas de atracadores en huidas de robos en Los Ángeles. "Nunca una cita a ciegas ha llegado tan lejos", decía Refn, porque fue a Hollywood llamado por el actor protagonista, Ryan Gosling.
Si el mejor actor fue para Jean Dujardin, cómico francés famosísimo en su país, gracias a su delicada encarnación de una estrella del cine mudo en El artista, el galardón a la actriz más destacada lo recogió Kirsten Dunst, protagonista de Melancholia, de Lars von Trier. Al danés, declarado persona non grata en el festival tras sus declaraciones filonazis, le prohibieron acudir a la gala. Dunst tampoco charló (o no pudo) con la prensa.
Dos nombres de los otros grandes favoritos, el finés Aki Kaurismäki y el español Pedro Almodóvar, no aparecieron en el palmarés. Ni Le Havre ni La piel que habito lograron del jurado nada más que un premio técnico para José Luis Alcaine por su uso de la luz en la narración en el filme español. Uno de los miembros del jurado, Jude Law, aseguró que discutieron cada película y llegó a mencionar algunos títulos. Faltaba un nombre y Uma Thurman lo apuntó: "Y la de Pedro Almodóvar".
Dardenne y Ceylan, Gran Premio del Festival de Cannes. Jean Dujardin premio al mejor actor. Kirsten Dunst, premio a la mejor actriz. El argentino Pablo Giorgelli, premio Cámara de Oro. "Poliss", de Maïwenn, premio del jurado.
Cannes - Efe/Ep
El quinto filme de la carrera de Malick, interpretado por Brad Pitt, Jessica Chastain y Sean Penn, se hizo de este modo con el principal premio del festival.
El jurado de Cannes, presidido por el actor estadounidense Robert de Niro, adjudicó al actor francés Jean Dujardin el premio a la mejor interpretación masculina por su papel en el filme "The artist", dirigido por Michel Hazanavicius.
El premio del festival a la mejor interpretación femenina se lo llevó la estadounidense Kirsten Dunst, por su papel protagonista en la película "Melancholia", del director danés Lars von Trier, que este año protagonizó de nuevo la polémica en el festival al dirigir elogios a Hitler.
El director danés no estuvo presente durante la ceremonia de entrega de premios del Festival, cuyo consejo de dirección le calificó persona "non grata", por lo que se le pidió no acudir al lugar.
El acto de entrega de premios, en la que una radiante Jane Fonda anunció la Palma de Oro en un breve discurso pronunciado en francés, distinguió con el premio del jurado a la película "Polisse" de la directora gala Maïwenn.
El realizador danés Nicolas Winding Refn, por su cinta "Drive", interpretada por el canadiense Ryan Gosling, obtuvo el premio de Cannes al mejor director.
La lista de premios anunciada hoy sigue con el mejor guión, que el jurado atribuyó al israelí Joseph Cedar por "Hearat Shulayim".
Las películas de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, "Le gamin au vélo" y la del realizador turco Nuri Bilge Ceylan "Once upon a time in Anatolia" recibieron "ex aequo" el Gran Premio del festival.
La ceremonia de entrega de galardones, en el Palais du Festival, comenzó con el anuncio de los destinados a los mejores cortometrajes: la Palma de Oro fue para "Cross", dirigido por Maryna Vroda y el premio del jurado fue para "Badpakje 46", de Wannes Destoop.
La Cámara de Oro, el premio que distingue a la mejor "ópera prima" de las presentadas tanto en competición como en las secciones paralelas del Festival de Cannes, fue recibido por el argentino Pablo Giorgelli, por su cinta "Las Acacias".
Esta película, una coproducción hispano-argentina, había sido exhibida en la sección Semana de la Crítica.